¿Te acuerdas de esta época? Es una foto de 1987 del Orfeón de la Escuela Nacional Preparatoria, Plantel 1, Gabino Barreda, dirigido por la maestra Angélica Ortigoza Mora, nuestra inolvidable y querida maestra. Esta imagen pertenece a Roberto González, uno de los mejores tenores de ese conjunto y un gran amigo. Si tienes más imágenes podemos compartirla en este sitio.

Para Angélica Ortigoza Mora...

No me gustan las páginas de recuerdos y mucho menos los ajenos. Además de sentirme como un intruso en un espacio al que por descuido o curiosidad llegué, no soporto ver cómo la gente se dedica a vivir el pasado y se olvida de seguir viva. No estoy en contra de dedicarle minutos a la rememoración, pero odio caer en la tentación de oírme a mí mismo pensando que “todo pasado fue mejor” o “si esto hubiera pasado quizá yo sería de tal o cual modo”. No se puede cambiar el pasado, que ya vive en la eternidad, y sólo es útil cuando aprendes para no volver a repetir los errores. Esa es la tarea de la historia, el no olvidar para vivir mejor.

Tampoco me gusta exponer mi pasado para que todos sepan lo feliz o infeliz que fui, como cuando en una reunión los anfitriones nos muestran sus álbumes fotográficos para que nos enteremos de sus viajes por todo el mundo: “Aquí está Román cazando cocodrilos en el Nilo”, “aquí estoy yo cazando un leopardo en el Congo”, o “mira a los exploradores nativos que nos acompañaron en la cacería”. Con ello, el pasado se vuelve deprimente y estéril.

Pero no se llamen a engaño. Recordar es un ejercicio fructífero cuando nos llama a la acción y nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, cuáles son nuestras capacidades y qué nos apasiona. Es especialmente útil en la sociedad posmoderna en la que vivimos, agobiados por las jornadas-hombre que nos despersonalizan y borran nuestras características básicas. Sólo debe recordarse que los episodios particulares del ayer son válidos o alcanzan la universalidad si sirven como ejemplos para construir el porvenir.

Están ustedes en una página que forzosamente trata del pasado, de los recuerdos de quienes pasamos por las aulas de la Escuela Nacional Preparatoria, plantel 1, Gabino Barreda, y específicamente de quienes adquirimos una formación trascendente de la profesora Angélica Ortigoza Mora, quien durante años dirigió el Orfeón de la Prepa Uno, como coloquialmente se le conocía. Fuimos muchos quienes aprendimos a amar la música bajo la sabia enseñanza de la maestra Ortigoza, quien fue para nosotros más que una profesora, una profesional de la música o una pedagoga notable.

Quienes aquí estampa su nombre encontró en ella una vocación por el arte que rayaba lo volcánico. En muchos de nosotros sembró y cosechó el amor por la vida, a otros nos mostró el camino para la madurez, el profesionalismo y la disciplina necesaria para ser seres provechosos para la patria y nuestras familias. No se podía continuar igual en su presencia, porque todo lo transformaba.

Es injusto que permanezca en el olvido alguien que dedicó su vida a la docencia, a formar futuros profesionales de la música y, en general, a universitarios con una educación integral, como soñaron los creadores del sistema educativo nacional. Por ello, estoy en deuda con ella, así que le dedico estas palabras.